En un bol grande, tamiza la harina para asegurarte de que no haya grumos. Añade la sal y la levadura seca instantánea. Es importante que la sal no entre en contacto directo con la levadura, ya que puede inhibir su acción. Mezcla bien los ingredientes secos con una cuchara de madera.
En un recipiente aparte, mezcla el agua tibia con el azúcar. La temperatura del agua debe estar entre 35 y 40 grados Celsius, ya que si está demasiado caliente, puede matar la levadura, y si está demasiado fría, no la activará correctamente. Deja reposar esta mezcla durante unos 5 minutos, hasta que veas burbujas en la superficie, indicando que la levadura está activa.
Haz un hueco en el centro de la mezcla de harina y vierte la mezcla de agua con levadura. Añade también las dos cucharadas de aceite de oliva. Con una cuchara de madera, comienza a mezclar desde el centro hacia afuera hasta que todos los ingredientes estén bien integrados y obtengas una masa pegajosa.
Enharina ligeramente una superficie limpia y transfiere la masa sobre ella. Amasa durante unos 10 minutos, estirando y doblando la masa repetidamente. Si la masa está demasiado pegajosa, puedes añadir un poco más de harina, pero ten cuidado de no agregar demasiada, ya que esto puede hacer que el pan quede duro. El amasado es crucial para desarrollar el gluten, lo que dará estructura y elasticidad al pan.
Forma una bola con la masa y colócala en un bol ligeramente engrasado con aceite de oliva. Cubre el bol con un paño limpio y húmedo o con papel film. Deja reposar en un lugar cálido durante aproximadamente 1 a 2 horas, o hasta que la masa haya duplicado su tamaño.
Una vez que la masa haya fermentado, transfiérela nuevamente a la superficie enharinada y presiónala suavemente para desgasificarla. Amasa ligeramente durante 1 o 2 minutos y luego forma una bola o un cilindro, dependiendo de la forma del pan que desees. Coloca la masa formada en una bandeja para hornear ligeramente enharinada o en un molde para pan.
Cubre nuevamente la masa con un paño limpio y húmedo o con papel film y deja reposar en un lugar cálido durante unos 30 a 45 minutos, o hasta que la masa haya vuelto a aumentar de tamaño. Mientras tanto, precalienta el horno a 220 grados Celsius.
Antes de meter el pan al horno, haz unos cortes superficiales en la parte superior con un cuchillo afilado. Esto permitirá que el pan se expanda de manera uniforme durante el horneado. Hornea el pan en el horno precalentado durante unos 25 a 30 minutos, o hasta que la corteza esté dorada y al golpear la base del pan suene hueco.
Una vez horneado, saca el pan del horno y déjalo enfriar sobre una rejilla. Es importante dejar enfriar completamente el pan antes de cortarlo, ya que esto permitirá que los sabores se asienten y la textura se estabilice.
Hacer pan casero es una actividad que puede ser tanto terapéutica como deliciosa. Con esta receta simple y fácil, podrás disfrutar de un pan recién horneado sin complicaciones. Atrévete a experimentar con diferentes ingredientes y sabores, y haz de la panadería casera una tradición en tu hogar. ¡Buen provecho!
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